Tengo que/quiero/necesito ausentarme un tiempo, pero dadas las
fechas que se acercan, no quería hacerlo sin despedirme antes de todos vosotros
y haceros llegar mis mejores deseos. Este es el objetivo de este post, no dejar
tras de mí solo un rastro de silencio.
Estos días pensaba en que la vida es como un carrusel eterno:
gira siempre, con o sin nosotros a bordo, y va ofreciendo, a cada vuelta,
nuevos paisajes físicos y emocionales según lo que nos va aconteciendo. Yo
tengo la sensación de que mis paisajes ahora no son los más adecuados para
llevar este blog, con todo lo que ello implica, y prefiero tomarme un respiro
para hacer otras cosas que, por otra parte, son necesarias y requieren mi atención.
No ha sido el mejor año de mi vida, pero también me ha
deparado muchas cosas buenas, una de las cuales tiene que ver con vosotros. Nunca
pensé, y lo digo con el corazón, que la compañía y el cariño virtuales pudieran
ayudar tanto en momentos difíciles. Me tomo como un regalo vuestra solidaridad,
vuestro apoyo y vuestras impagables muestras de cariño cuando, aún sin saberlo
quizás, tanto las he necesitado. ¡Un millón de gracias!
Los demás podrían decirlo mejor que yo, pero creo que soy una
persona optimista. Por eso este año, contra todo pronóstico y dadas las
terribles ausencias que vamos a soportar en la familia, me sigue haciendo mucha
ilusión la Navidad. Serán unas fiestas diferentes, no cabe duda, pero para los
que procuramos vivirlas con un significado más espiritual que material, también
una ocasión de reconfortarnos. Además suponen el final del año, y yo quiero
pensar que con él se acabará un periodo muy poco afortunado para los míos y
para mí. A partir de ese punto podemos esperar un comienzo nuevo, que podría
ser más luminoso, ilusionante y estar lleno de cosas buenas. ¡Seguro que así
será!
No os digo adiós, solo hasta luego, y os dejo mi más cálida
felicitación para estas fechas. Ojalá que las disfrutéis mucho y que sean para
vosotros un tiempo muy feliz.
¡Nos leemos a la vuelta!
Julia C.
