viernes, 30 de enero de 2015

La revelación de Soledad

Revelación-Soledad



Dijo que había perdido 26 años de su vida, que los días de ese tiempo se habían esfumado en cambiar pañales, secar llantos, contar cuentos y trabajar para procurar sustento. Se lamentaba decepcionada por las oportunidades que habían quedado en el camino y que no pudo aprovechar, por las facetas de sí misma que no tuvo ocasión de explorar, por los sueños que ni tan siquiera había tenido tiempo de soñar.



Cuando terminó de exponer su caso depositó sobre la mesa un cheque con algunos ceros, pocos para mi talento, y se me quedó mirando implorante. ¡Como si las brujas fuéramos sensibles al dolor humano!



-         Es todo lo que tengo, dijo con voz quebrada al ver mi gesto de disgusto.

-         Te creo, sé que es verdad, tuve que reconocer. ¿Qué quieres de mí, pues?

-         Quiero que me digas quién soy, que encuentres los años que se me extraviaron, que adivines si aún tengo futuro, que traces un camino que me lleve a encontrarme con mi felicidad, si eso existe.

-         Pides imposibles, mujer, pero sí puedo hacer algo por ti. Te permitiré “ver”.

-         ¿Ver qué?

-         Te mostraré cómo hubiera sido tu vida si no tuvieras las cosas preciosas que se te han concedido pero que tú no valoras.

-         No hay nada de valor en mi vida, insistió terca y muy cerca de agotar mi paciencia.

-         Calla y mira la superficie de este cristal, le ordené mientras guardaba el cheque a buen recaudo en mi escote.



Y le mostré la ausencia de sus hijos, el vacío inmenso del cariño que anidaba en su corazón; le quité el valor que tuvo en los momentos de adversidad y el coraje de que hizo gala toda su vida cuando las cosas se ponían mal. Le arrebaté la satisfacción del dinero ganado con honradez y de aquellos pequeños regalos que hizo con él a cambio tan solo de sonrisas y abrazos infantiles. Borré el respeto que sentían por ella cuantos la conocieron, un respeto ganado a pulso por su capacidad de levantarse una y mil veces, de procurar a sus hijos contra viento y marea la educación que ella no pudo tener, por su capacidad de sacrificio al no aceptar ningún compañero que no supiera ser un verdadero padre para sus hijos, aunque ello supusiera dolorosas renuncias. Y por último hice añicos su imagen en jarras diciéndole a la vida con la frente bien alta: “si tienes pensado tocarme el culo, no empieces lo que no puedes acabar”.

Todo eso le quité para que viera.

Cuando la ensoñación se desvaneció y el cristal volvió a ser solo mudo cristal, Soledad recogió sus cosas y se marchó. Había comprendido el mensaje. 

(Dedicado con todo cariño a Soledad)

P.D.: Este relato ha resultado ganador en el concurso "FRASELETREANDO" convocado por la Comunidad de Almas de Bibliotecas y Cines en su edición del 1 de Febrero de 2015. La frase en color rojo es la que obligatoriamente había que incluir en el relato para poder participar.


lunes, 26 de enero de 2015

Cuerpo y Alma (microrrelato)

Cuerpo-Alma



Era un capricho casi febril: se le antojaba que su boca formaba una “O” perfecta. Carnosa, sonrosada, retadora. Era una indecente provocación en sí misma, y estaba hambriento.

El la miraba desde arriba, impetuoso, sintiéndose dueño. Y en verdad era el artífice de sus suspiros y jadeos, mas no el dueño del nombre que la boca pronunciaba mudamente.

¿De qué sirve hacerte con el cuerpo si el alma que custodia no te acoge y se rinde a la par? Pensó él insatisfecho. No es entrega verdadera la que solo ofrece el cuerpo y mantiene a resguardo el alma, consideró ella. 

Y aún quedó una posibilidad para el veredicto de inocencia…


miércoles, 21 de enero de 2015

En tiempos de espera

En esta ocasión y por primera vez, tengo el placer de añadir a mis trabajos uno realizado a medias con una gran escritora y una gran persona, Laura Mir. Ha sido una experiencia enriquecedora que le agradezco infinitamente, ya que fue iniciativa suya. Espero que os guste :) 

amor-guerra


Recorrí los nombres de la larga lista vacilando entre el optimismo y el derrotismo. Uno a uno los fui leyendo hasta llegar al final, nada podía moverme del sitio, la gente se agolpaba tras de mí, a veces me empujaban pero resistía,  entre toda aquella desgracia y nombres desconocidos no estaba el tuyo, entonces, y sólo entonces, pude suspirar aliviada. Quizás en las próximas no tengamos tanta suerte, entre gritos de desesperación y de alegría de la muchedumbre salí del gentío
.

La prensa había dejado de publicarse meses atrás, el servicio de correos había dejado de funcionar y las noticias desde el frente eran escasas. Así estábamos de desinformados aquella mañana mientras con pasos lentos cruzaba la plaza en ese lunes de mercado.


Sonaron las alarmas y corrí a esconderme bajo el arco que me indicaste, cerré los ojos mientras agarraba con las manos mi vientre intentando relajar en vano a nuestro hijo y deseando estar a miles de kilómetros de allí, y mis labios en compás de locura lanzaba al cielo esperanzas encendidas.


Era obvio que no corrían buenos tiempos para la vida o el amor, pero ambos seguían siendo valiosos y se abrían paso en mi cuerpo con inesperado brío. Eso es lo que me ayudaba a soportar el miedo y la constante incertidumbre sobre ti, sobre nuestro hijo, sobre mí misma.


Cuando todo hubo terminado intenté volver a casa esquivando nubes de polvo, caras desencajadas y carreras apresuradas de los demás. Rezaba con rabia y desespero a un dios en el que no creía ya, como para avergonzarle de que permitiera aquella barbarie sin sentido. Con mis pasos no solo quedaba atrás el camino, sino tantas otras cosas que habían sido y que ya nunca más volverían: la cándida inocencia, la confianza en una existencia plácida, la creencia de que la bondad es innata en los hombres, los sueños sin pesadillas. Pero ya habría tiempo de lamentaciones, en otra vida quizás, ahora era momento de proteger el precioso don que crecía dentro de mí, de procurarle un mundo mejor si era posible y de sobrevivir a toda costa. 


Con la espalda apoyada sobre la puerta de casa bien trabada encontré algo de consuelo y respiré en busca del aire que me faltaba hacía rato, hasta que reparé en un detalle que hizo detenerse mi corazón. Una raída chaqueta militar colgaba del respaldo de la silla, maltrecha y herida, como estábamos todos en aquellos días. Quizás debiera haber salido corriendo, pero el instinto me hizo acercarme y alargar la mano para tocarla… ¡Era tu chaqueta!


No me importa qué nombre le diera el ejército a tu vuelta, el caso es que estabas otra vez con nosotros…


Laura Mir y Julia C. 


martes, 20 de enero de 2015

Carmín

besos-carmín
Bésame o no me beses, pero no me manches. Pídeme permiso o hazlo por sorpresa, pero que no queden rastros.

Tal era su fobia por el carmín que ni disfrutar los rojos besos podía.

Tal era mi fetichismo por el citado cosmético que como no pude renunciar a él, tuve que renunciar al hombre.


(A Pedro, que con su inagotable sentido del humor, sin pretenderlo, me dio la idea para esta historia)
 

domingo, 18 de enero de 2015

Sin Amor (Microrrelato)


El amor se fue


Renegaron de él, fue maltratado, ensuciado con falsas razones y desvirtuado de todas las formas posibles. Por eso decidió dejarles. Un buen día, por su peor pecado contra él, el desprecio, ya no hubo más Amor. Y como castigo, todo lo que había inspirado también desapareció.

Las obras literarias, los cuadros, las esculturas y hasta las miradas, caricias o besos que lo tenían como única razón, dejaron de ser, sin más. Eso originó un gran vacío en los corazones y en los recuerdos de los pobres mortales que sintieron, ahora despojados de su habitual soberbia, que habían perdido algo importante. Quizás lo único que en verdad merecía la pena.

Cuenta la leyenda que aprendieron la lección y comenzaron de nuevo, aprendiendo a querer con sinceridad y entrega todo aquello que hacía emocionar sus almas. Pero lo perdido, lo que Amor les quitó, perdido sigue.

Quién sabe qué hermosos obras ya no podrán ser admiradas nunca más… 

jueves, 15 de enero de 2015

Empezando bien el año!


Tenía la intuición de que el 2015 sería un buen año, quizás solo porque me gustaba el número, pero el caso es que hasta la presente así está siendo. Y entre las cosas buenas que me han pasado durante este enero, está el hecho de haber sido nominada por dos compañeros para recibir un premio por mi blog. Es para mí un motivo inmenso de alegría, y es que valoro estos premios como lo que son, un reconocimiento de otros bloggers a la labor diaria. ¿A quién no le viene bien un empujoncito, un acicate, un poquito de ánimo para seguir? Pues eso :)


Premio me quedo contigo

Siendo así y para cumplir con las normas del premio, doy mis más sinceras gracias a los nominadores Pedro Fabelo, autor del magnífico y divertido blog "Absurdamente Pedro" (http://pedrofabelo.blogspot.com.es), a Josep Mª Panadés, autor de una joya aún por descubrir para muchos llamada "Cuaderno de bitácora" (http://jmcuadernodebitacora.blogspot.com.es) que desde aquí recomiendo sin reservas, a Eduardo Guerrero, autor de "En esa hora maldita"
(http://enesahoramaldita.blogspot.com.es), el aullido literario más interesante y a Raquel Oritz, cuyo blog "Ayudas ParaParados EnAcción" (http://ayudasparadosenaccion.blogspot.com.es) le concedo todo el mérito del mundo desde su misma concepción.

También debo mencionar a la creadora del premio, Soraya, autora de blog "CROCHET Y DEMOS" (http://crochetydemos.blogspot.com.es). Aunque no tengo el placer de conocer su trabajo le agradezco su parte en el hecho de que yo haya podido recibir el premio y prometo visitarla en breve.

Ahora viene la parte difícil de las normas, que es nominar a 4 blogs con los que me quedaría y a un quinto que sea nuevo o con pocos seguidores aún. Hay muchos blogs estupendos que merecen este premio, pero como hay que elegir solo unos pocos, los míos son:

- La vida, el amor y vos (lavidaelamoryvos.blogspot.com) de Amelia R
- Excentrya (www.excentrya.es) de Jaume Vicent
- En palabras, yo (enpalabrasyo.blogspot.com.es) de Elena García Domingo
- Grafema 11 (grafema11.blogspot.com.es) de Diana Pinedo Ortega
- Carmen Pinedo Herrero (http://carmenpinedoherrero.blogspot.com.es) de Carmen Pinedo Herrero

Esta entrada será compartida con todos los nominados de forma que queden informados y, si así lo desean, puedan aceptar el premio. De cualquier modo tienen mi admiración y mi reconocimiento.

Nada más de momento, excepto enviar un afectuoso abrazo a Pedro, Josep y Eduardo y darles las gracias a todos aquellos que me leen en mi aún corta andadura por estos lares.


¡Nos leemos! 

miércoles, 14 de enero de 2015

Las sombras del Amor (microrrelato)

Sombras-amor



No sabía en qué momento comenzó a admirar la sutileza de sus formas, la hipnotizante liviandad de sus contornos, la gracilidad etérea de su acompasado caminar, siempre junto a él. Pero sucedió. Y una vez que hubo caído bajo el hechizo de la Negra Dama, nunca más pudo desligarse de él.

Es un amor enfermizo, le decía su psiquiatra. Es un amor egoísta que nada puede aportarte, trataba de convencerle su familia. Pero él prefería su compañía a la de cualquier otro ser del planeta y le hablaba con auténtico arrobo cuando se sentía a salvo de miradas indiscretas. No temas, no han de separarnos, no salvo que acaben con mi vida, y ni aún así, recitaba enfebrecido de pasión mientras la miraba totalmente entregado. Y ella callaba, como siempre, con imaginado asentimiento, con muda coquetería, sin rastro de preocupación.

El día que le alojaron entre acolchadas paredes aún seguía buscándola con desespero bajo el foco que habría de ser ya su único sol.

Mal asunto enamorarse de tu sombra…

domingo, 11 de enero de 2015

Adela y la luz






Al fin decidió descorrer las pesadas cortinas y dejar entrar la luz del sol. Marcelino siempre había odiado la claridad y lo amarillo de los días radiantes, e incluso llegó a inventar una extraña alergia para salirse con la suya y mantener la casa en perpetua penumbra. Adela casi era capaz de recordar ese detalle con nostalgia ahora, aunque en su momento la sacara de quicio y la hiciera tan infeliz. Contenta como una niña de estreno se deleitó con las vistas desde su pequeño balcón, ahora que no lo tenía prohibido, y dejó que el rectángulo celeste salpicado de algodón que podía divisar le contrajera, luminoso, las pupilas.



Después volvió la cabeza distraídamente mientras hacía girar su alianza en el escuálido anular de la mano derecha y posó los ojos sobre el cadáver. No parecía tan fuera de lugar allí tendido, descansando cuan largo era su cuerpo, sobre la mesa de la cocina. Sí, era una buena mesa, aunque en ella hubieran compartido tantos desayunos amargos y silenciosos, rotos por dentro como tazas de porcelana después de una mudanza, rumiando rencores y soledad para comenzar el día. Parecía el sitio perfecto para que el pobre Marcelino reposara en aquellas horas confusas pero alegres. Bueno, alegres para ella. Marcelino ya no sentía nada.



Quiso hacer algo práctico y humedeció un trapo con el que limpiar los regueros de espuma blanca que le caían al muerto por las comisuras de la boca. Ay Marcelino, le dijo, si me hubieras besado más y me hubieras insultado menos con esta boca, a lo mejor no te verías así. Después le quitó la prótesis de la pierna con un ligero forcejeo y poca maña. El chirrido de los tornillos le recordó su voz aguda y perforante quejándose siempre del dolor y renunciando malhumorado a los calmantes. Ay Marcelino, volvió a pensar en voz alta, si me hubieras dejado ayudarte antes, no habría tenido que hacerlo ahora. Y rió ante el uso claramente irónico de la palabra que había empleado. Ayudar, qué gracia.



Adela no estaba acostumbrada a reír, como a muchos otros pequeños placeres de la vida, por eso casi se le cuartea la piel de los labios con aquella carcajada. Me está bien empleado por indecorosa, por mala. Con el pobre Marcelino aquí presente y tan muertecito. Pero no pudo evitar volver a reír. Después de todo de qué iba a servir guardar las apariencias si aún no había nadie más para ver la escena. Ea, ahora ya no te duele, ya no tendrás que llevar más este dichoso cacharro, que para lo que te servía. Y le pasó la mano por la frente con la compasión generosa de quien sabe que su torturador ha perdido para siempre el poder.



Minutos después llegaron los timbrazos destemplados, urgentes, y los rudos puñetazos en la puerta de la calle. No pudo evitar sobresaltarse aunque los esperara. Vaya, qué rápidos son estos chicos de la policía cuando les dices que has envenenado a alguien, pensó con un talante mordaz recién estrenado, igual que su libertad. Adela volvió a reír mientras se pasaba las manos por el pelo para comprobar que su moño gris estuviera bien tirante y fue a abrir la puerta…


jueves, 8 de enero de 2015

Deja...




Deja


Deja que apague la luz. Y deja que te desvista despacio, sin más pretensión que verte con mis manos. Que el susurro de la ropa en lánguido desmayo, aunque sólo por esta noche sea, nos cante.

Deja que afloje el lazo de tu corbata, que desabotone tu camisa y que entre caricias, haga mía tu respiración entrecortada. Que la negrura que nos ampara sea testigo de tu sonrisa tímida y la mía descarada.

Deja que apoye mi mejilla sobre la tuya, que me impregne de la tibieza sutil que irradias. Ando mendigando con desespero lo que tú derrochas inconsciente, el latir de un corazón de estreno.

Deja que tome la temperatura de tus labios con los míos, que el rojo que los tiñe me contagie. Y no suspires, no voy a besarte: sería trivializar lo sublime del instante que en tu boca quiere posarse.  

Deja que me arrodille a orillas de tus muslos y que disfrute la fragancia de mil especias que no existen. Quizás así la sombra del deseo que nos embarga haga caer al fin tu quietud sosegada.

Deja que tu cuerpo me cure del tiempo y mil desengaños, esos que padecí en aquellos otros cuerpos vacíos, sin magia. Es este amor que siento mi condena: solo esta noche me concedes para atisbar tu alma.

Julia C.


miércoles, 7 de enero de 2015

Deshojando margaritas...



Me quiere, no me quiere
me quiere, no me quiere…
¡no me quiere!

No-me-quiere


Me importa, no me importa
Me importa, no me importa…
¡no me importa!



¡Qué gran descubrimiento!
Era solo costumbre buscar su amor…