miércoles, 25 de febrero de 2015

El mirón

exhibicionismo-mirón


Ella sabía que la espiaba tras la veneciana aparentemente cerrada del piso de enfrente...

La primera vez que reparó en ello estaba demasiado cansada para echar sus propias cortinas, así que decidió no hacer caso. Se cambió deprisa y evitó mostrar nada que no fuera imprescindible. Después de todo a ella le gustaba dormir con el ventanal de su dormitorio expuesto a la luz de la luna y no estaba dispuesta a que nadie le fastidiara aquel pequeño placer. Le gustaba pensar que si se despertaba durante la noche podría volver a dormirse contando estrellas.

A pesar de no haberle dado importancia al suceso, al día siguiente no pudo evitar pensar en “su mirón” durante toda la jornada. Y cuando llegó la hora de acostarse y se dirigió a su habitación, tampoco pudo evitar buscarle con disimulo. Allí estaba. Encontrarlo en su puesto le proporcionó cierta satisfacción morbosa y se desvistió de forma inocente, pero sin prisas esta vez. Se fue a la cama con su pijama de ositos turquesa y una sonrisa maliciosa en la cara. Imaginaba mil historias que la alejaban mucho de su aburrida e intrascendente cotidianidad.

Gloria era una chica trabajadora, ordenada y metódica en todo lo que hacía. Había apostado por su carrera hacía mucho tiempo y aparcó todo lo demás: salía poco con las amigas, no trasnochaba como no fuera acabando un informe, viajaba solo por trabajo y no tenía novio. Así pues aquel “aliciente” llegó en el mejor de los momentos, pues no le requería una inversión grande de tiempo y le aportaba aquello que echaba de menos muy en su interior: un poco de pimienta en su existencia.


Las noches sucesivas fueron dándole alas a su desinhibición y cada vez era un poco más atrevida. No se había planteado qué pretendía exactamente, pero le parecía estimulante tener a alguien esperándola a la vuelta del trabajo, aunque fuera de esa forma, y no creía estar haciendo nada malo. Según la altura a la que se entreabrían las lamas de la veneciana, tenía que ser un adulto.

Gloria se distraía durante el día ensayando mentalmente posturas y luces que la favorecieran a la hora de desvestirse, y empezó a elegir cuidadosamente su ropa interior. Sus insulsos pijamas infantiles quedaron relegados al fondo del cajón y puso en uso todos aquellos camisones de seda, encajes y raso que había comprado alguna vez, no recordaba cuándo, y que no había llegado a estrenar nunca.

Así mismo comenzó a tomar conciencia de la belleza y sensualidad de su propio cuerpo, menudo pero bien proporcionado. Observaba encantada delante del espejo, como quien hace un descubrimiento, su piel casi nacarada de puro blanca, las curvas acogedoras y cálidas de su vientre y sus muslos, sus senos llenos, turgentes y su sexo rosado y tibio. Una Gloria diferente estaba fraguándose dentro de ese mismo cuerpo, una que estaba llena de vida y que recién despertaba a la lascivia. Era una ofrenda involuntaria a aquel que la espiaba…

Los encuentros entre Gloria y su observador llegaron a constituir auténticos actos de comunión. El la esperaba donde siempre para que ella se sintiera importante, deseada, imprescindible (o eso al menos es lo que le latía a ella por dentro) y la chica le ofrecía delicados e imaginativos actos de exhibición con dedicatoria. Muy atrás quedó la indiferencia del principio o la timidez de después. Ahora era una seductora sin rival en el mundo a medida de su dormitorio y para el único espectador que ella deseaba impresionar.

Cualquiera hubiera pensado que al prolongarse aquella situación y dado que solo una calle los separaba físicamente, llegarían a hacer algo para conocerse. Pero no fue así.

A ella le bastaban aquellos minutos diarios que pintaban de rojo bermellón sus días y que la habían hecho redescubrirse.

En el caso de él no quería complicarse la vida porque era un excelente profesional. Mantendría las distancias y se limitaría a reunir todo el material posible para luego vendérselo a las diferentes webs y revistas eróticas con las que colaboraba. No siempre le resultaban rentables las horas de “tanteo” desde su ventana,  pero Gloria había resultado ser un filón…

Julia C. Cambil

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Fecha 12-abr-2015 5:29 UTC
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sábado, 21 de febrero de 2015

Cuestión de actitud

fin-mundo


Hacía mucho que lo sabían. La tecnología de que disponían era muy avanzada, los cálculos muy precisos y no había ningún precedente de fallo en las predicciones realizadas con anterioridad.

Fue muy duro dar la noticia a la población y lo demoraron cuanto pudieron, pero una vez seguros no hubo más razones para postponer lo inevitable y tenían derecho a saber: el fin del mundo estaba próximo.

A pesar de ser una sociedad muy desarrollada no todos los conciudadanos estaban tan maduros y en completa paz interior como para aceptarlo con naturalidad, pero había un cierto tiempo para ayudarles, es lo único que podían ofrecerles ya. Por esa razón se habilitaron miles de gabinetes psicológicos en todo el planeta, se abrieron las puertas de modo gratuito a cada centro de relajación y bienestar disponible y se hizo todo lo posible para que la meditación y el conocimiento pleno fueran accesibles a todos sin excepción. Al fin y a la postre no había motivos para racionar dinero o recursos públicos pues nadie iba a sobrevivir.

A nivel particular los habitantes de ese planeta enfermo y con fecha de caducidad también hicieron algunos preparativos para la despedida. Ya habían pasado por la huida del desastre ecológico definitivo en muchas ocasiones, en muchos otros planetas, y al llegar a la Tierra habían decidido por unanimidad que no la abandonarían nunca. Estaban cansados de esquivar al destino y faltos de fuerzas, así que aunque procurarían sobrevivir a toda costa, aceptarían lo que tuviera que venir sin buscar destinos alternativos. Fue la aceptación libre y voluntaria de esa realidad la que les confirió a su existencia lo valioso de todo aquello que se sabe precioso y efímero.

En cuanto la noticia fue de dominio público se dispensó a todos los trabajadores de acudir a sus puestos. La tecnología de que disponían y los voluntarios, que no faltaron, podían encargarse de que todo funcionara correctamente el tiempo necesario y se consideró mucho más provechoso que las personas pasaran el tiempo con sus familias, o acudiendo a los centros de relajación, o haciendo esas pequeñas cosas que habían estado postponiendo y que no tendrían más oportunidad de llevar a cabo. Incluso hubo familias que se reunieron al completo después de años.

Fueron días muy animados en todo el planeta, como un domingo prolongado por dos semanas. Había algunos que estaban tristes, pero la mayoría disfrutaban de su tiempo sacando lo mejor de sí mismos para marcharse con sensaciones positivas en su corazón.

Cuando lo inevitable llegó, estaban en paz con la Humanidad y con el Planeta.

-         ¿Y ya está?
-         Sí, ya está.
-         Bah, eso son tonterías, los humanos no somos así. Nos habríamos puesto enfermos de desesperación, habríamos intentado sobrevivir aún a costa de pisar al vecino, habría habido robos, vandalismo, habríamos destrozado el planeta con nuestras propias manos incluso antes del Final Verdadero.
-         Quizás tengas razón. Por eso es un cuento… Te dejo a ti la moraleja, pero creo que ya casi la has descubierto.

Julia C. Cambil

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Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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miércoles, 18 de febrero de 2015

Liberación

liberación-microrrelato


El sol porfiaba tozudo desde hacía días para colarse por sus ventanas, pero sin éxito. Eran demasiadas la mugre y la soledad acumuladas tras los cristales.

Allí había encontrado su refugio y se sentía, por fin, a salvo de todos. Allí se evadió de las penurias de estar vivo en su propia piel.

Cuando los policías entraron al fin, con el gesto torcido y pañuelos cubriendo su boca y nariz para intentar soslayar el hedor, violaban por última vez su intimidad. Al tiempo que la puerta se abría tras una patada y por la fuerza, él salía volando a lomos de la jeringuilla que lo había liberado.

En las paredes del que fuera su último hogar podía leerse con trazo desesperado por cientos de veces “¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?”. Pero la respuesta no estaba allí escrita…

Julia C. Cambil



P.D.: Este relato ha obtenido el segundo premio en el concurso FRASELETREANDO convocado por la Comunidad de Almas de Bibliotecas y Cines en su edición del 24 de febrero de 2015. La frase que figura en otro color es la que obligatoriamente había que incluir en el texto para poder participar.

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Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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martes, 17 de febrero de 2015

Tengo hambre


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Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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domingo, 15 de febrero de 2015

Tres premios en uno!

Premios-blog



Realmente hay días en que tienes motivos para estar contenta, y éste es uno de ellos. Compañer@s muy queridas para mí me han nominado para recibir el premio Black Wolf Blogger Award. Se trata de Laura Mir a través de la Comunidad literaria “Libres Relatos” (www.libresrelatos.com), María Del Socorro Duarte desde su blog “Presentimientos” (mariedemex.blogspot.com.es) y Mariano Manuel desde su blog “Imágenes” (lasimagenesdemivida.blogspot.com.es). Puffff no me puedo quejar, ¡¡un millón de gracias, chic@s, no sabéis la ilusión que me hace!!

Para no repetirme con un nuevo post de agradecimiento añado aquí también el nombre de otr@s compañer@s que tuvieron la inmensa generosidad de nominarme para este premio un poco más tarde. Son Campanilla Feroz con su estupendo blog "Las letras suicidas" (sangreenlanevera.blogspot.com.es), María Peláez Arias con el genial compendio de historias que recoge en "Mamá escritora" (escritoramama.blogspot.com.es), el magnífico poeta J.C. Sánchez que nos enamora a cada texto en www.escriviviendo.com, la encantadora Mirta Cristina que siempre tiene algo nuevo que contarnos en su blog "Quien te dijo que es fácil" (kichiacha.blogspot.com.es), el talentoso Alfonso Gaytán que nos seduce con su blog "Estampas de una vida de recuerdos"(estampasyrecuerdos.blogspot.com.es), la dulce Sara Martín con su blog "De hablar y otras virtudes" (http://smhache.blogspot.com.es), mi experta en arte favorita Carmen Pinedo con su blog imprescindible "Carmen Pinedo Herrero" (http://carmenpinedoherrero.blogspot.com.es), Natalia Escritorista con su ameno y variado blog "Escritorista & Lectorista" (http://escritorista-lectorista.blogspot.com.es), Yolanda Roman con su blog "Timshel" (http://timshel-judy.blogspot.com.es) que es todo sentimiento, Isidro Cristóbal del Olmo con su ameno y variado blog "La vida" (http://isidro1.blogspot.com.es)y Luis Mariano Gómez Pascual con su blog lleno de reflexiones y relatos titulado "Mi peor enemigo soy yo mismo" (http://mimayorenemigosoyyomismo.blogspot.com.es).




El mío es un blog joven aún, lo comencé en septiembre del pasado año, y por eso mismo agradezco mucho estas muestras de apoyo de los compañer@s: es obvio que hay un montón de blogs geniales y mucho más consolidados que el mío. Escribir es importante para mí, tanto como que lo que escribo “llegue” a otras personas, y este premio es la muestra de que quizás estoy haciendo algo bien. Supone una inyección de ánimo, una sonrisa que me anima a continuar, un rayito de luz que me guía en el buen camino dentro de la inmensidad de la blogosfera… ¡¡Ainssss que me emociono y me embalo!! Jajajajjaa.

Las normas del premio son las siguientes:

1- Pegar en lugar visible del blog la imagen del premio.

2- Escribir y publicar lo que sientas, lo que te motiva este premio, y agradecer públicamente a quien te nominó.

3- Nominar a quince blogs para el premio.

4- Notificárselo a sus autores.

Allá van mis quince nominados, algunos de los cuales sé que están hartos de recibir premios, pero se siente :P  Yo los nomino, acepten o no el premio, porque me gustan, porque considero que sus autores son excelentes escritores y mejores personas, porque me hacen reír, pensar, asombrarme y hasta llorar, porque creo que son poco conocidos para lo estupendos que son, porque ellos lo valen. Me van a faltar muchos, y pido disculpas de antemano.

1- Pedro Fabelo -  pedrofabelo.blogspot.com.es

2- Campanilla Feroz - sangreenlanevera.blogspot.com.es

3- María Pelaéz Arias - escritoramama.blogspot.com.es

4- Patricia Duboy -

5- Francisco P lasrocaserrantes.blogspot.com

6- Mirta Cristina - kichiacha.blogspot.com


8- Mery Pérez - clioenelespejo.blogspot.com

9- Jorge O. Iglesias - gallegorebelde.blogspot.com

10- Edgar K. Yera - edgarkyera.blogspot.com

11- Joseph Mª Panadés - jmretalesdeunavida.blogspot.com


13- Yolanda Román - timshel-judy.blogspot.com

14- Clara Serrano - claraserrano1.blogspot.com

15- Paola Panzieri -  papan3.blogspot.com.es

Muchas felicidades a tod@s y gracias de todo corazón por ser y estar. ¡¡Nos leemos!!


viernes, 13 de febrero de 2015

La merienda de Caperucita

Caperucita-merienda-leñador


Esa tarde Caperucita estaba invitada a merendar en la nueva casa de su amigo el leñador. Era un hombre sencillo que no había hecho otra cosa en su vida que trabajar con honradez, pero desde que quedara viudo y a continuación heredara inesperadamente, había adquirido gustos muy extraños. Podría decirse también que inapropiados, porque entre otras cosas gustaba de la compañía del feroz y taimado lobo.

Caperucita, joven y audaz como corresponde a su personaje en el cuento, estaba al hilo de esta amistad y también de que el lobo les acompañaría a merendar. Lejos de sentir temor, como hubiera sido lo natural, la embargaba la más viva curiosidad. ¿Un leñador entrado en años y un lobo del bosque? Sí, a buen seguro que sería una tarde entretenida, pensaba balanceando coqueta su cestillo lleno de confituras. Las había preparado ella misma como obsequio para el leñador.

Recorría ya el último tramo del largo camino bordeado de robustos árboles que conducía a casa de su anfitrión y no podía disimular la sonrisa instalada en sus labios. Pensaba soñadora en cómo sería vivir en un sitio tan hermoso y suntuoso y en lo que ella estaría dispuesta a dar para lograrlo. Después de todo el leñador ya no era tan joven y no podían quedarle demasiados años. Se desabrochó un botón más de la blusa por puro sentido práctico, heredado por cierto de su querida abuelita, mientras pensaba, sin saber por qué, en cómo serían las caricias de un lobo…

Julia C. Cambil

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martes, 10 de febrero de 2015

Escribir sobre el Amor

escribir-amor


Debo escribir algo sobre el amor, pero no puedo. La blancura del papel me distrae con recuerdos de desnudez, de tu piel morena contrastando con la mía clara, de la forma en que me expones risueño a la luz para que aprenda a verme con tus ojos y me olvide del pudor. Y si no es por lo blanco del papel, es por lo negro de la tinta. Me recuerda a los espesos trazos de tus pestañas, a su vaivén despacioso cuando me paseo en tu mirada...

No puede ser, así no lograré las trescientas palabras que necesito.

Me preparo un café esperando a que llegue la inspiración y pienso en que siempre me gustó San Valentín; esa es precisamente la ocasión para este concurso. Sonrío absorta y mi mente vuela a aquel 14 de febrero en que, para ser diferentes a todos, nos quedamos sin cenar. Ni restaurante con velas ni tarjetas cúrsiles por sorpresa, solo aquella reconciliación que nos duró toda la noche entre sábanas y jadeos. Creo que desde entonces peleamos solo por el gusto de podernos reconciliar…

Vaya, aún no he escrito ni una letra.

Quizás cambiar de ambiente me ayude, pienso, y me instalo en la terraza. El día está nublado y miro distraídamente por la ventana a lo gris del cielo. Se me encoge el alma: gris como el día en que pensé que te iba a perder. Aquella maldita llamada desde el hospital me hizo detener el corazón. Suerte que no fue nada, un accidente sin importancia, pero el miedo nos hizo comprender muchas cosas. Tantas que me pediste que me mudara a tu casa para tener tiempo de contárnoslas todas. Hasta hoy.

Desisto, está claro que no es mi día: no puedo escribir sobre el amor. Quizás mañana…

Julia C. Cambil


Este relato obtuvo el segundo lugar en el concurso del Círculo de Escritores en su edición de San Valentín 2015.

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Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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miércoles, 4 de febrero de 2015

La herencia

herencia-Natalia



Era un largo y angustioso peregrinaje de hospital en hospital, consultando a cuanto especialista creían pudiera ser de ayuda para su hija. El tiempo y las esperanzas se iban consumiendo un poco más tras cada visita, y lo cierto es que nadie terminaba de ponerle un nombre a la enfermedad que aquejaba a Natalia.



Los síntomas, extravagantes y variables según el día, vapuleaban sin descanso su pobre cuerpo. Tal era así que al principio su caso despertó el interés de la comunidad científica, pero la expectación duró lo que tardaron en agotarse las opciones sin que nada concluyente se pudiera determinar. Entonces los médicos, temerosos de perder su prestigio profesional, comenzaron a evitar a la paciente.



En todo aquel tiempo ella no se quejó nunca. Quería sanar, pero sobre todo quería a sus padres y detestaba verlos tan preocupados. Fue obediente y colaboradora en cada cosa que el personal sanitario le solicitó, pero viendo que nada le procuraba alivio, se refugió cada vez más en un mundo paralelo que iba construyendo, paso a paso, en un cuaderno de notas.



A nadie le preocupó de dónde había salido el cuaderno, que aunque extraño y viejo a ella parecía encantarle, pero Natalia lo tenía desde hacía ya unas semanas, justo cuando empezó a enfermar. Lo encontró un día en un banco del parque y desde el primer momento lo tomó, siendo como era una niña muy imaginativa, por mágico. Escribía en él constantemente, pero tan solo en una ocasión su padre se interesó por el cuaderno y lo que su hija pudiera anotar en él. Al ver que eran frases sin sentido su mirada se humedeció, le acarició la cabeza compasivamente y la dejó hacer. Sin duda aquel galimatías era fruto de lo mucho que la niña estaba sufriendo. No le dio más importancia.



Cuando todas las puertas de la medicina tradicional se cerraron, los padres de Natalia empezaron a consultar a videntes, charlatanes y curanderos de todo género. De nuevo la esperanza, la ilusión de que Natalia al fin mejoraría. Pero no tuvieron mucha más suerte que en su recorrido por los hospitales.



Para aquel entonces los síntomas habían evolucionado y el malestar no solo aquejaba a su cuerpo, sino también a su mente. Se agitaba mucho durante el sueño y hablaba sin sentido, impidiendo descansar a nadie en la casa; escribía en cuanta superficie tuviera a disposición usando lo primero que encontraba, aunque nadie entendía el significado de sus palabras inventadas; había reescrito cada hoja de su cuaderno cientos de veces, hasta el punto de que las hojas estaban cubiertas de tinta casi en su totalidad. Hubo una ocasión en que sus padres intentaron que se deshiciera de él, pero ella insistía en que no podía porque era “el testamento”.



-         ¿El testamento de quién, Natalia? Cariño, danos ese cuaderno, te compraremos uno nuevo.



Pero Natalia negaba con una enigmática y aterradora expresión en la cara, abrazada fuertemente al ajado montón de hojas.



Las cosas siguieron así algún tiempo más para desesperación del matrimonio, y cuando ya estaban convencidos de que no volverían a ver a su hija libre de aquella enajenación que les infundía temor, Natalia se restableció. De la noche a la mañana parecía ser de nuevo “su” Natalia. No había una explicación, pero estaban agradecidos.



La niña guardó en su escondite preferido el cuaderno y no volvió a necesitarlo porque al fin se había consumado el proceso de la herencia. Aquel escritor que una vez vendiera su alma al diablo por una vida llena de letras, había conseguido transmitir su legado y también su deuda...